martes, 13 de febrero de 2007

los buses bogotanos de noche....

Volví a casa en uno de esos buses gigantes de sillones que lona que no se lava hace años, de luz mortecina. El chofer, mas que borracho parecía tener una especie de retraso, tal vez era sólo tuerto y jorobado, y mi cansancio se inventó el resto.

Llevo cinco años viviendo en Bogotá y no deja de darme miedo cojer esos buses poco iluminados y de poltronas altas por las noches. Todo el mundo parece demasiado triste y marginal en ellos. La gente no se habla, no se mira a la cara, en parte por que no se la ve o por que están demasiado cansados para esforzarse. Nunca voy tranquilo, pues imagino las solitarias frías noches bogotanas y los buses como cómplice del crimen.

Peor es que no tengo el recuerdo de haber oído ni leído sobre atracos, violaciones o asesinatos de noche, dentro de buses de luz mortecina, en el que un asesino en serie (en serio!) suba sin pagar y dispare inclemente a los pasajeros dormidos.

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